La pérdida de una extremidad inferior o superior supone una afectación obvia en la motricidad de la persona amputada, limitando su capacidad de llevar una vida completamente autónoma. Pese al desarrollo de las prótesis actuales, la amputación de cualquier miembro supone una pérdida de información propioceptiva y exteroceptiva que difícilmente puede resolverse.
Quizá esa situación esté a punto de acabar.